lunes, 27 de junio de 2011

Camino de Guanajuato, a la casa de José Alfredo.

Me encanta la música popular mexicana. No hay nada en el folclore moderno hispano como una ranchera o un corrido bien cantado por una voz mexicana de verdad. Esas voces grandes y anchas como las de José Alfredo Jiménez o Lola Beltrán. Camino de Guanajuato, tierra de José Alfredo en donde se encuentra Dolores Hidalgo, su población natal, es una de mis rancheras preferidas. Cuando oigo cómo va desgranando sus recuerdos más personales a través de los paisajes de su infancia y adolescencia siento un pellizco que me aprieta  entre la faringe y el estómago. 
Y pensar que este artista tan grande no tenía apenas formación musical ni sabía leer una partitura... Milagroso si consideramos que entre los cientos de temas que José A. Jiménez creó están títulos tan memorables como El Rey, El Jinete, Amanecí en tus brazos, El Caballo Blanco o éste mismo, Camino de Guanajuato.
¿No les parece esa conjunción de violines y trompetas como una inyección de tequila en vena?

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