jueves, 9 de junio de 2011

Sobre la inutilidad de discutir

Las discusiones, especialmente con gente obtusa, son esfuerzos inútiles. Como decía Schopenhauer, la mayor parte de las veces de una controversia así lo único que sacaremos es una profunda irritación. Y añadía que, si lo hacemos, no solo debemos estar dispuestos a soportar la incapacidad intelectual del interlocutor sino, lo que es peor, su baja estofa moral que, tarde o temprano, saldrá a relucir a causa de su inasumido complejo de inferioridad. Incluso, a menudo, se da la paradoja de que el argumento tosco y cerril parece imponerse por culpa de la generalizada ignorancia de la audiencia. ¿Se acuerdan, por ejemplo, de los debates electorales con Zapatero? Ante un líder así al oponente más le valdría no salir a la palestra. Tendrá siempre las de perder.

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