martes, 14 de junio de 2016

Palacio Stoclet, J. Hoffmann, 1905-11




Severo y arrogante el palacete Stoclet es uno de los más perfectos ejercicios de arquitectura entendida como joyero o cofre de tesoros de todo el siglo xx. Ideado por Hoffmann bajo el exhaustivo y coherente programa de los Wiemer Werkstätte (talleres vieneses donde Koloman Moser y el propio Hoffmann dirigían la formación de jóvenes artistas visuales, arquitectos y diseñadores) la mansión Stoclet está considerada la obra de arte total más representativa de esta tendencia.
El cliente, un financiero belga que había conocido a Hoffmann en Viena, Adolphe Stoclet, pretendía una residencia de lujo, un espacio museístico donde disfrutar de su colección privada de arte y un escenario apabullantemente moderno con el que poder impresionar a sus distinguidas amistades europeas. Hoffmann logró con creces satisfacer tales pretensiones.


La construcción, en las afueras de Bruselas, responde a la tradición de las casas de campo inglesas, pero la organización de los espacios y, sobre todo, su decoración son un catálogo de maravillas secesionistas: enlazadas en suite las salas de la planta baja (vestíbulo, comedor y salón de música) se manifiestan como volúmenes salientes de los perfiles de las fachadas. La planta del edificio cuenta con dos ejes principales que se extienden hasta encontrarse en ángulo recto. Del edificio principal destaca la torre escalonada de 20 metros de altura, rematada por 4 estatuas de cobre, que nos recuerda bastante otra torre, la De la Boda, que su amigo Olbrich levantara un año antes en el complejo de Darmstadt, en Alemania. Todo el edificio está cubierto de losas de mármol blanco noruego y las ventanas, enmarcadas con perfiles de cobre oxidados en negro, lo que confiere al conjunto un aspecto de regio y sofisticado cenotafio. También los interiores se diseñaron con severidad y precisión a base de suntuosas maderas y mármoles pulidos. Toda esta moderna elegancia quedó realzada por el mobiliario, tapizado en piel de gamuza, y por los maravillosos dos grandes mosaicos con incrustaciones de oro y piedras semipreciosas que Klimt hizo para decorar el comedor principal.
Comedor de la planta noble con el mural de Klimt.



Los herederos del señor Stoclet se niegan a abrir el palacio al público y aunque desde hace más de 5 años nadie lo habita, su estado de conservación es envidiable y prácticamente todo el mobiliario y la distribución de sus espacios siguen siendo los originales. 

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