Si por algo
es conocido –diríamos que archiconocido-
Peter Behrens es por sus trabajos para la empresa alemana AEG. Desde su
puesto de consultor artístico se encargará de dar el último toque a los
productos de la fábrica, desde lámparas o ventiladores hasta la cartelería y
las tarjetas publicitarias. Digamos que terminó por diseñar la imagen
corporativa integral de la empresa y eso lo convirtió en el primer “diseñador
industrial” de nuestra época. Como arquitecto, la fábrica de turbinas que
diseño en Berlín para AEG (1907-10), un enorme templo rectangular de 124 metros
de largo por 39 de ancho y 25 de alto,
es, con toda probabilidad, el hito fundacional de la arquitectura
racionalista con fines industriales.
Con todo, a
nosotros nos interesa mucho más otro proyecto suyo, más modesto y menos
conocido, como es el Crematorio del cementerio de Delstern, un año anterior a
la fábrica berlinesa. Convocado por su mecenas, el joven y rico financiero Karl
E. Osthaus, Behrens se traslada a Hagen, en la industrial cuenca del Ruhr,
donde terminará por realizar algunas de sus mejores casas y una obra maestra
absoluta como es este crematorio, el primero que se construye en Prusia.
Behrens lo
concibe tipológicamente como iglesia y para ello se inspira en la de San
Miniato al Monte de Florencia, que le proporciona el modelo sobre el que basar
la articulación general del edificio así como su fachada, aunque llevando ambos
aspectos a una suerte de reducción simbólica a través de formas puras que se
visualizan claramente en el gran triángulo del tímpano de la fachada en el que
un cuadrado encierra un círculo que, a su vez, encierra otro cuadrado con un
círculo en su interior.
Las paredes
del cubo y la chimenea, semejante a un campanile,
se habían cubierto en un principio con mármol bicolor (blanco y negro) pero
desgraciadamente fue retirado por razones estructurales en 1912 y desde
entonces se ven revocadas en vulgar yeso. En el interior, el espacio de la
planta baja no se encuentra dividido por ningún elemento que separe el centro
de los laterales, y el extremo opuesto a
la entrada se remata con un ábside cuya cúpula aparece decorada de mosaico al
estilo bizantino. Debajo de ella se encuentra el catafalco, dispuesto de tal
suerte que puede descender para la incineración. El columbario previsto detrás
del edificio nunca llegó a construirse.
Interior, zona del ábside con el catafalco. |
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