sábado, 24 de marzo de 2012

En Tierra Inhumana


EN TIERRA INHUMANA


De repente un gesto sencillo y noble te restituye a la vida y acaso hasta logre que no pierdas la última esperanza cuando todo parece perdido. Es lo que le pasó al pintor y periodista polaco Jozef Czapski  cuando en 1939 fue apresado por el ejército soviético y trasladado a Lvov junto al resto de oficiales de su destacamento. Llegaron allí engañados, hambrientos y entumecidos. En camiones, apretujados sin el menor miramiento, viajaban con él militares miembros de lo más granado de la inteligencia y la cultura polacas de la época: eminentes catedráticos y profesores universitarios, reconocidos arquitectos y cirujanos de prestigio. Los retuvieron algunas horas en la plaza mayor sin dejarles bajar de los vehículos.
Uno de ellos, al ver rebosantes los puestos del mercado, intentó comprar algunas manzanas con la segura intención de repartirlas. Cuando se disponía a pagarlas con lo que le quedara en los bolsillos una mujerona “recia y obesa” intervino bruscamente empujando a la frutera vecina y avergonzándola con su severa mirada. Con sus manazas enrojecidas cogió de su tenderete las manzanas que pudo y las lanzó con puntería a las manos implorantes que salían del interior de los camiones. Dice Czapski que mientras lo hacía “nos miraba con los ojos brillantes y llenos de lágrimas”.
Aquello duró solo unos instantes pero en ese gesto sencillo y noble, en el que aún palpita una emoción de humanidad, aquella mujer humilde y campesina dio mucho más que de comer al hambriento; ofreció a los oficiales polacos, apretujados en camiones bolcheviques ignorantes de su propio destino, un poco de consuelo y una prueba espontánea y concluyente de que no todo estaba perdido para ellos en esta tierra. En esta tierra, por lo demás, tan inhumana.

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