Hay en los cuadros
de Aquerreta algo que se ve y algo que no se ve. O que es para no verse.
Parecen estar pintados con una luz distinta a la del mundo, con una luz, por
así decir, desnaturalizada que alcanza hasta la médula de la cosa y no hace
sombra.
Puente de Cuatro Vientos, 2010 |
Es como si entre el
ojo y el pincel mediara una brisa que ha barrido todo lo que vive y se
transforma y no se calla. Es como si quisiera hacer visible lo poco que de
cierto hay en la inconstante realidad de la materia y que el ojo solo ve cuando
se cierra.
Hay en los paisajes
y bodegones de Aquerreta una discreta y lenta retirada de este mundo. Parecen,
así, estar pintados por un muerto que ha resucitado y ve las cosas con la
serena indiferencia de los dioses.
Naturaleza muerta con luz fluorescente, 2013 |
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