Y de pronto ese cerezo
florecido
me hace reparar en que no
quiero vivir
en una ciudad cosmopolita
que se avergüenza
de oler a huerta y en la
que no hacen nido las cigüeñas.
Ese cerezo florecido
discretamente tras el muro
me está pidiendo auxilio,
me pide que volvamos a
recuperar
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