sábado, 1 de diciembre de 2012

Balthus, otra puntualización

Tanto más significativos que la iconografía, por mucho que a lo largo de los años el pintor haya persistido sintomáticamente en unos pocos elementos como el espejo, el gato, la silla, el libro o las muchachitas, son en la obra de Balthus el color y la luz. El pintor los trabaja con paciencia y precisión extremas y los concibe como afloramientos. Sus figuras logran, entonces, por intercesión del color y la luz quedar a nuestros ojos como reveladas.

Balthus toma esas lecciones de los frescos de Masaccio, Masolino y Piero della Francesca y así sus colores parecen como extraídos de debajo de la corteza del tiempo. La luz, que baña y lame a placer los cuerpos de sus muchachas, llega lujuriosa de los serrallos de Ingres y de las escenas báquicas de Poussin y penetra en la carne hasta hacerla resplandeciente.
Dominar el matiz de los colores sordos y apagados y encender la luz de los cuerpos hasta hacerlos gloriosos, esas son las dos principales victorias del arte de Balthus. Lo demás, aunque sugestiva, es pura escenografía. 

5 comentarios:

  1. Que bueno Balthus y que cuadro tan maravilloso este. Gracias por estos regalitos,Fran.

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  2. La luz, incendiaria de los ánimos. Estos textos son caramelos que se acaban pronto (y la brevedad es un plus) dejando sabor un intenso.

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