jueves, 17 de marzo de 2016

ESCULPIR EN EL TIEMPO: TARKOVSKI EN PALABRAS




En lo fundamental estamos solos y solos hemos de aprender de las experiencias elementales de la vida. Tarkovski nos enseña en este libro, a través de reflexiones que de tan sabias y sinceras nos dejan sin aliento, que el objetivo del arte no es sino hacer más claro el sentido de la vida humana en esta tierra. No tanto desentrañarlo como enfrentarse a tal interrogante sin prejuicios ni miedo.
Para Tarkovski es claro que el arte y la ciencia son las dos maneras que tiene el hombre de empaparse del mundo, de apropiarse simbólicamente de él. Equipara, por tanto, ciencia y arte como instrumentos igualmente válidos del conocimiento humano. Sin embargo, mientras que dicho conocimiento es siempre gradual, lógico y comprobable en el ámbito de la ciencia, en el arte, en cambio, se vive como revelación y se sufre como catarsis. Un conocimiento que el artista materializa en la creación de una imagen que de forma independiente logra traducir lo que, de otro modo, sería absolutamente intraducible. Es como si lo infinito e informe se viera milagrosamente volcado en lo finito y conforme.
Bergman decía de las películas de Tarkovski que eran como milagros (aún recuerdo con inevitable temblor la conmoción que me supuso el visionado, por primera vez, de “Andrei Rublev”) y, en efecto, lo son y por múltiples motivos, no solo artísticos.

Y siendo de cine de lo que más se habla en este libro prodigioso, el apartado que más ha llamado mi atención ha sido el que lleva por título “El arte como ansia de lo ideal”, verdadero manifiesto artístico del cineasta ruso y lectura, pienso yo, que de ser obligatoria en toda facultad de Bellas Artes nos ahorraría más de un disgusto y, a buen seguro, también algún comprometido conflicto.

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