lunes, 26 de septiembre de 2016

CONMOCIÓN Y ABANDONO. UNA APOSTILLA A "RAJA Y GRIETA" DE JESÚS ZURITA

CONMOCIÓN Y ABANDONO. UNA APOSTILLA A “RAJA Y GRIETA”, LA ÚLTIMA EXPOSICIÓN DE JESÚS ZURITA.

el artista y un amigo frente al gran mural


Desde hace algún tiempo, pongamos desde “Ida y Trasiego”- aquel proyecto del Museo ABC y la Fundación Banco Santander, de 2013- la cosmovisión, siempre compleja, convulsa y, pese a todo, un punto sensual, de Jesús Zurita se ha ido desplazando hacia una suerte de abstracción poderosamente invasiva y de naturaleza sísmica que encuentra su espacio ideal en los grandes formatos y, en especial, en los murales heroicos que, en su caso, se prestan a dejarse ver fluiadamente, a la manera de un ciclorama.
Bulle en su imaginería una tensión profunda, un palpitar violento, una tempestad biomórfica envueltos en un aire que de tan denso no permite el vuelo. Conmociona. A este respecto sería interesante examinar su evolución desde “Trocha” (2013) hasta “Chasquido hacia Vibración”, de esta última exposición granadina, por centrarnos exclusivamente en sus trabajos murales, lamentablemente efímeros. 

detalle de esquina de "Chasquido hacia Vibración"

Pero con ser esto cierto, lo que hace de su obra una experiencia intensamente perturbadora –no solo desde la mera percepción visual sino a un nivel más orgánico- es su alto contenido ético-místico. Me explico: Zurita somete de tal modo, tanto al dibujo como a la pintura, a un proceso de extrañamiento y enajenación que alcanza resultados muy cercanos a la experiencia mística del “abandono”. La contundente fisicidad de su obra –en la que se adivina un agónico doble esfuerzo físico y psíquico- consigue expresar ese dificilísimo tránsito que nos conduce del mundo de lo creado, de las imágenes al fin de cuentas, hasta hacernos irrumpir en un mundo “más allá”, en el que perdemos pie porque no conocemos ni las cosas ni sus nombres.
Me gustaría recordar, en este sentido, la expresión que empleaba el Maestro Eckhart (siglo XIV) para definir la “acción pasional” por medio de la cual el hombre es capaz de vaciarse de sí mismo con el objetivo de alcanzar la conversión del espíritu y rozar, así, la divinidad.  Él la llamaba “durchbruch”, es decir, “brecha”. 
Las brechas, rajas y grietas de Zurita no nos llevan hacia ninguna salida al exterior sino, antes bien, al abismo que habita en nuestro interior y que, a fuerza de ignorarlo, nos produce un vértigo desequilibrante del que huimos sin remedio porque de asomarnos a él caeríamos en una desesperación sin consuelo. No es su caso. Es evidente que Zurita ha frecuentado los abismos y ha tenido la sangre fría de pintarlos, rozando así algo parecido a la divinidad. No se puede pedir más.

el artista y un servidor


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