Se puede llegar al centro del
corazón sin tener que prescindir de un solo átomo de inteligencia. Karen Joy
Fowler lo ha vuelto a demostrar con “Fuera de quicio”, su última novela que
acabo de terminar de leer.
¿Qué significa ser o no ser humano?
La necesidad de responder a una pregunta de ese calado podría haber sido
perfectamente el desafio inicial que desencadenara la escritura de un libro tan
apasionante como éste.
Rosemary es la hija menor de uno
de esos pocos psicólogos universitarios que estuvieron dispuestos a
experimentar en su propia familia con el comportamiento y la convivencia entre
primates y humanos. Para ello los padres de Rosemary adoptaron a Fern, una
chimpancé de apenas tres meses a la que criaron y educaron como si fuera su
hermana. Así Fern y Rosemary crecerán juntas hasta los cinco años de edad como
si fuesen mellizas, siempre acompañadas por el ojo atento y la mano protectora
de su hermano mayor, Lowell.
De lo que ocurre a partir del
quinto año y de las oscuras razones de esa traumática separación es de lo que
principalmente trata la novela. Y para ello se servirá de géneros tan dispares
como el thriller psicológico, el ensayo científico o el siempre amargo tránsito
hacia el desencanto, propio de las novelas de iniciación.
Rosemary, muchos años después de
aquellas controvertidas experiencias familiares, decide confesarse ante el
lector ya como una joven maestra de primaria. Y el contenido de sus confesiones
nos hace reir y llorar a partes iguales. Y la autora lo consigue sin hacer
trampas. En un lenguaje fresco y directo, sin recurrir jamás al chiste fácil o
previsible y evitando en los momentos más delicados cualquier atisbo de
sentimentalismo lacrimógeno, Karen J. Fowler logra emocionarnos como ya no
recordábamos que nadie nos emocionara. Y, de paso, nos enseña que en la
expresión “ser humano”, la palabra “ser” es mucho más importante que la palabra
“humano”.
Créeme, si puedes léelo. Seguro
que me lo agradeces.
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