jueves, 29 de agosto de 2013

Sangre de dragón, escama de serpiente

Sangre de dragón, escama de serpiente


Así se llama la exposición que puede disfrutarse en el Castillo del Buenconsejo (Castello del Buonconsiglio) de Trento hasta principios de enero del año que viene. A los que nos encantan los bestiarios medievales y los animales fantásticos del mundo clásico la ocasión se nos antoja pintiparada para hacer otro viaje a Italia.

Castello del Buonconsiglio, Trento

El castillo de Trento es, además, un lugar idóneo para una muestra así. La ciudad, a caballo entre el musgo germánico y la vid mediterránea, territorio austriaco hasta el fin de la Primera Guerra Mundial, se encuentra situada en lo que los austriacos siguen llamando el sur del Tirol y tanto el gran valle como los frondosos bosques de coníferas que la protegen hacen de ambos, ciudad y castillo, el escenario perfecto para este despliegue de las más elaboradas criaturas imaginadas por una mente humana. Encaramado en la cima de la colina más alta de la ciudad el gótico castillo, antigua residencia de los príncipes de la Iglesia hasta el siglo XVIII, ve ahora desfilar por sus magníficas estancias una corte de dragones, centauros, unicornios, grifos, basiliscos, serpientes, esfinges y otros extravagantes parientes que parecen querer salir de las telas de lienzos y tapices y de las piedras de joyas y relieves.
Sta. Margarita, Tiziano

Escultura, pintura, arquitectura y orfebrería puestas al servicio de un mundo mágico animal a través de la imaginación y el miedo de los hombres. Una ocasión única para admirar de un golpe la Santa Margarita de Tiziano y el Laooconte del Museo del Bargello de Florencia y el bestiario del maestro Wenceslao y el precioso herbario medieval del propio castillo trentino y hasta un misterioso gato momificado egipcio.
Enemigo, trofeo de caza, compañero de trabajo, medio de transporte, portador de mensajes ultraterrenales los animales siempre han acompañado al hombre en el día y en la noche, como sustento y como pesadilla. Y en ellos el hombre ha visto no solo la fuerza de una naturaleza primigenia y terrible sino también la encarnación del impulso heroico y de una cierta emoción de carácter mágico-religioso.

Animales fantásticos en cuyas escamas y sangre el hombre no ha hecho otra cosa que representar aquello que más le cuesta aceptar de sí mismo.
Lucha de Cadmo y un dragón, urna etrusca

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