miércoles, 10 de abril de 2013

Corot o el frescor de la pintura.

Sólo los pintores que han interiorizado la naturaleza saben levantar la mano a tiempo. En la pintura francesa de paisaje Camille Corot fue el primero que lo hizo con conciencia y por eso sigue siendo hoy el paisajista más vivo y mejor valorado de su generación. Probablemente, de haber vivido cien años después Claude Lorrain se le hubiera adelantado -de hecho, el joven Corot siempre lo tuvo como referente- pero el de Lorena vivió en un siglo donde escapar del clasicismo idealizante hubiera sido un desvarío imperdonable.

un descanso en la sombra, Corot.
 ¿Por qué aun hoy nos emociona tanto Corot?
Precisamente por aquello que en su día fue más criticado, por su ausencia de acabado. Corot buscó en su pintura atrapar la impresión del momento, plasmar un estado de la luz, en su caso siempre furtivo y huidizo. Los paisajes de Corot están como impregnados de una atmósfera densa que tiende al gris en toda su gama dentro de la cual sentimos palpitar la vida misma. Nunca nada está demasiado presente en las composiciones de Corot y así es como su estilo logra erigirse en el protagonista absoluto de su arte.
Es evidente que Corot sabía cosas que no podía explicar y fue lo suficientemente inteligente como para no querer explicarlas del todo. Conoció la naturaleza más allá de cualquier técnica. Por eso ante la contemplación de sus paisajes lo mejor es entregarse.

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