martes, 8 de septiembre de 2015

Raimondo D´Aronco en Estambul







Vlora Han, Estambul

Detalle Vlora Han






















Cuando reparamos Carlos y yo en él, de inmediato decidimos acomodarnos en torno a una mesita exterior del bar de su planta baja y pedir unos kebabs y unos zumos –no se servía alcohol- como toda cena. Nos pareció un ejemplo eminente de arquitectura modernista, de los muchos que salpican la ciudad, aunque éste particularmente agraviado por los años de abandono y reincidente maltrato en pleno centro comercial de Sultanahmet y, por tanto, a la vista de propios y extraños.
Debo confesar que creí que era obra de Raimondo D´Aronco y así me atreví a decírselo a Carlos. Estaba equivocado. Cuando una vez en casa repasé el catálogo de obras de este arquitecto italiano comprobé mi error y luego, indagando por la red, supe que el edificio se llamaba Vlora Han (Casa de las Flores) y que su autor era un misterio, al menos lo es todavía para mí. Como buena parte del inmenso caserío de esta ciudad sin límites Vlora Han está pidiendo a gritos una rehabilitación integral y urgente que le devuelva su original y opulenta belleza y le libere de esa ofensiva barahúnda de anuncios de su fachada así como de las alteraciones sufridas en sus escaparates y terrazas superiores por culpa de los terribles tejados de uralita. El edificio hace esquina de dos calles y llama la atención que el arquitecto decidiera dejar sin ventanas sus lados curvos pero mantuviera, en cambio, las espléndidas barandillas curvas de hierro forjado. Con todo, lo que más sorprende y embelesa son los llamativos y abundantes motivos florales (capullos de rosas tallados en piedra) que parecen trepar por la fachada hasta hacerse maraña en las plantas más altas.
Si creí, como dije, que era obra de D´Aronco fue porque me pareció, a simple vista, similar en algunos aspectos a su célebre Casa Botter, no demasiado lejana de su barrio y porque D´Aronco es el arquitecto modernista por antonomasia de Estambul. Y un personaje que merece unas pocas líneas.
Nacido en Friuli en 1857 fue un arquitecto adscrito a lo que los italianos llaman Liberty o “Stile Floreale” (una variante del Art Nouveau que, en su caso, asume ciertos rasgos del estilo secesionista vienés) y la referencia obligada, como ya se ha dicho, en el desarrollo del Liberty en la Constantinopla de los últimos sultanes. De hecho, fue Abdul Hamid II quien lo invitó formalmente en 1893 para que diseñara los pabellones que festejarían los veinte años de su ascensión al trono. Unos trabajos que, por desgracia, quedaron solo en el papel a causa del grave terremoto que asoló la ciudad aún llamada Constantinopla en el verano de 1894. El sultán, entonces, preso de las circunstancias pero subyugado por los diseños del arquitecto, decide cambiar sus planes iniciales y le encarga los trabajos de reconstrucción de algunos de los más insignes edificios dañados del inabarcable patrimonio monumental de la ciudad. Así, lo que iba a ser una arquitectura de boato y autoafirmación se convierte en una arquitectura de rescate y restitución que incluyó todo tipo de edificaciones, desde fuentes públicas, mezquitas o sedes ministeriales hasta el Gran Bazar o la mismísima Santa Sofía. De este modo es como D´Aronco se ve nombrado nada menos que arquitecto jefe del imperio otomano, a las órdenes directas del sultán.
En paralelo a su intensa actividad en Turquía D´Aronco no deja de trabajar en su propio país y suyos son, por ejemplo, algunos de los más sobresalientes pabellones y la espléndida entrada de honor de la Exposición Internacional de Artes Decorativas y Modernas de Turín, celebrada en 1902, obras en las que amalgama las influencias secesionistas con el más inspirado estilo Liberty.




Entrada de honor a la Exposición de Turín, 1902




En concreto, era esta contribución esencial de D´Aronco al Liberty italiano (especialmente turinés) la que conocía por los libros, lo que no recordaba del todo era hasta qué punto la rica huella modernista en la piel cuarteada de la actual Estambul debía tanto a la larga permanencia en aquella Constantinopla finisecular de este originalísimo arquitecto italiano. Joyas como la Pequeña Mezquita de Galata, la mencionada Casa Botter, construida para el sastre holandés del sultán, Jean Botter, en 1901, la residencia de verano del embajador de Italia en el estrecho del Bósforo, reconstruida en 1905, y sobre todo el panteón del jeque Zafir en el barrio de Besiktas –probablemente el ejercicio de estilo mejor realizado para crear una moderna y vernácula imagen del islam- proclaman sin rodeos la calidad y versatilidad de un gigante de la arquitectura como fue Raimondo D´Aronco.



Mausoleo del jeque Zafir, Estambul











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