No hay medida en el tiempo.
El artista ni calcula ni cuenta,
madura como el árbol
que no apremia a su savia
y soporta el invierno
con la misma obediencia
que demuestra en verano.
El artista está solo
y en soledad labora
invocando a su infancia,
a la tierra más suya,
a las cosas del alma.
El artista no engaña,
vive y crea en su celda
sin poder evitarlo,
con arrojo y paciencia,
como el tejón cuando excava.
El artista ni calcula ni cuenta,
madura como el árbol
que no apremia a su savia
y soporta el invierno
con la misma obediencia
que demuestra en verano.
El artista está solo
y en soledad labora
invocando a su infancia,
a la tierra más suya,
a las cosas del alma.
El artista no engaña,
vive y crea en su celda
sin poder evitarlo,
con arrojo y paciencia,
como el tejón cuando excava.
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