El Calvario. Chagall, 1912. |
A pesar de su posición singular en el
mundo del arte, que le procuró una relativa independencia con respecto a
cualquier compromiso con vanguardia o “ismo” alguno, Marc Chagall fue uno de
tantos de los artistas que no fueron capaces de resistirse a las influencias
de dos de las más poderosas revoluciones estilísticas de principios del siglo
pasado, el cubismo y el futurismo, tan entrelazados por otra parte.
Al poco de su llegada a París en 1910
Chagall, que nunca quiso desprenderse de la tierra rusa pegada a la suela de
sus zapatos, decide acercarse al círculo de Max Jacob y Apollinaire y al año
siguiente ya expone con los Indépendants
junto a pintores como Delaunay, Fernand Leger o Gleizes. De hecho, expone como
un cubista más a pesar de que no lo fuera nunca.
En este sentido es muy revelador su
imponente “Calvario” de 1912, perteneciente a la colección del MoMA de Nueva
York desde 1942. Una obra en la que si, por un lado, su iconografía nos remite
claramente a sus habituales estilemas rusos y judíos (el cuerpo desnudo de
Cristo, por ejemplo, está semitapado por un chal de oración judío, mientras que
los personajes de José de Arimatea, la Virgen y San Juan visten ropas y llevan
tocados del folklore ruso), por otro, el tratamiento formal de las figuras y del
espacio, abruptamente facetado en distintos planos, nos lleva sin remedio a una
manifiesta geometrización de base cubista. Así como en lo tocante al color,
esas gamas de verdes, azules y rojos están muy cerca de las empleadas en esos
mismos años por el futurismo y más concretamente por un futurista como
Boccioni.
Sea como fuere, en Chagall el cubismo
y el futurismo nunca pasaron de ser una especie de “manierismos” epidérmicos ya
que el artista entendía que ambos estilos daban excesiva importancia a la arquitectura
formal del cuadro. En el fondo, pero también en la forma, Chagall nunca dejó de
ser un pintor figurativo que practicó lo que podríamos llamar “la figuración de
lo ilógico”, esa falta de lógica tan propia de las imágenes oníricas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario