El paseo largo y lento de una sinfonía de Mahler por la tarde,
los amores ligeros susurrados como libertinos pasatiempos de Fragonard,
la cautivadora sencillez de una rima descolgada y anónima del viejo romancero,
las cimbreantes caderas de las ménades de fino velo y rebelde cabellera...
Pero nada como la felicidad de un melocotón en la boca
o de yacer en cruz en un mar cálido y en calma.
los amores ligeros susurrados como libertinos pasatiempos de Fragonard,
la cautivadora sencillez de una rima descolgada y anónima del viejo romancero,
las cimbreantes caderas de las ménades de fino velo y rebelde cabellera...
Pero nada como la felicidad de un melocotón en la boca
o de yacer en cruz en un mar cálido y en calma.
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