martes, 16 de octubre de 2012

Émile Gallé o el mar como misterio

¿No es acaso mágico fundir arena y obtener vidrio? En realidad, todo aquello relacionado con las artes del vidrio tiene algo de hechizante, incluso feérico. Dar forma a una superficie y una materia tan dúctil, ambigua y delicada como el vidrio y hacerlo con las más refinadas técnicas de grabado al ácido o con buril (de influencia oriental) o moldeando el vidrio en caliente en una horma para luego añadirle distintos relieves es labor poética en la que cuesta distinguir lo vítreo de lo cerámico.
Alguien de sensibilidad tan aguda como Gallé, consumado maestro vidriero y experto conocedor de las tradiciones europea y japonesa, sólo tuvo que dirigir su mirada al mar para darse cuenta del ilimitado potencial inspirador del líquido y misterioso elemento. Nacido en la región interior de Lorena, el artista descubre el océano y sus costas cuando se alista como voluntario en Toulon en 1870. El encuentro lo maravilla y hasta bien cumplida la década siguiente decora sus creaciones vítreas y cerámicas con motivos acuáticos como puede observarse en su Modelo de escribanía en loza con decorado de fauna y flora acuáticas.
modelo de escribanía
Son estos años en los que Gallé percibe las íntimas correspondencias entre los misterios del mar y el vidrio y su arte empieza a experimentar una lenta y constante transición de lo decorativo a lo simbólico. Y para ello el vidrio se presta como la materia más capaz: maleable, fosforescente, traslúcido, opalino, de ambivalentes efectos de luz y sombra...
Por lo demás, se sabe que Gallé está al día en los estudios de Darwin y que en su biblioteca figura el libro de Haeckel Kunstformen del Natur, de inspiración darwinista y pionero del estudio de la vida submarina.
El tema del mar es así constitutivo de la obra de Gallé y en el brilla con luz rara y única "La mano con algas y conchas" (La main aux algues et aux coquillages). La pieza es a la vez hermosa e inquietante y sus fuentes iconográficas habrá que buscarlas tanto en el ámbito de las religiones budista como cristiana. El tema de la mano podemos hallarlo con frecuencia como metonimia sígnica en el culto budista en posturas como la wara-mudra o la abhaya-mudra (que simbolizan la caridad y la ausencia de miedo respectivamente) y, por supuesto, en nuestra tradición medieval de los brazos relicarios y exvotos de bronce de práctica tan extendida entre los barqueros del mundo grecorromano.

mano del musée d´Orsay
Esta mano misteriosa, realizada con técnica única en la obra de Gallé -modelado en caliente-, debemos interpretarla según el ascendiente de sus circunstancias íntimas, las de un hombre gravemente enfermo que se sabe condenado. Y así, las preguntas que ella nos plantea no pueden quedar si no sin respuesta concluyente: ¿sale esa mano envuelta en caracolas, lapas, abulones, algas y equinodermos del mar o, por el contrario, se hunde lentamente entre las sombras? ¿Es, pues, un símbolo de nacimiento o más bien de muerte?
Seguramente es esta dualidad enigmática entre la vida y el ocaso la que dota a esta obra excepcional de un poder de fascinación que no se agota ni se agotará en el futuro.

Nota: existen dos ejemplares de La mano con algas y conchas. Uno, se presentó en 1904 en la Exposición de Artes Decorativas de Nancy y hasta que entró en las colecciones del musée d´Orsay en 1990 se mantuvo en poder de la familia de Gallé. El otro, lo adquirió el musée de l´Ecole de Nancy en 1971. Las dos manos se distinguen notablemente, pero en ambas la palma aparece abierta y con los dedos hacia arriba enredados entre algas y conchas.
mano del musée de Nancy

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