Mirar hacia arriba mientras se pasea es, por lo general, una costumbre muy saludable que suele dar gratas sorpresas tanto en el campo como en las contadas ciudades que logran mantener parte de su caserío inmune al rigor mortis del juego de escuadras que ha impuesto el Movimiento Moderno.
Muy cerca del hotel donde nos alojábamos mi pareja y yo estos
días pasados en París me sorprendió, al mirar hacia arriba, un monumental
conjunto de edificios que, de entrada, me pareció de una cuidada híbrida
belleza. Al detenerme para contemplarlo más al detalle enseguida me di cuenta
de que sus diferentes edificaciones no tenían otra función que la de común
vivienda. Edificaciones, eso sí, hechas con un claro propósito de resultar
visualmente bellas. Después de las consabidas fotos de móvil me puse a
investigar y esto es un resumen, un poco a vuelapluma, de lo que pude
descubrir:
Terminado de construir en 1926 por los arquitectos Joseph
Charlet y Etienne Perrin este sugestivo complejo de viviendas sociales en forma
de espina de pescado (408 apartamentos y pisos para los que gusten de la
exactitud) hay que interpretarlo como un ejemplo más –por muy elegante que
pueda parecer- de la corriente higienista que en Francia lideraron los
arquitectos Henri Sauvage y Charles Sarazin, fundadores en 1903 de la que se
conoció como Sociedad de Viviendas Higiénicas Baratas (HBM, sus iniciales en
francés). Se trataba de luchar desde el frente arquitectónico contra la
tuberculosis, una verdadera plaga todavía a principios del siglo XX, y la
insalubridad de las viviendas urbanas, especialmente del extrarradio. Así, un
buen número de jóvenes arquitectos con conciencia social se lanza a construir
edificios que hoy llamaríamos de VPO, con unos estándares de calidad que
exigían para las familias modestas estancias más espaciosas y mejor ventiladas
e iluminadas.
Lo que llama la atención en este caso es no solo el esmero con que están animadas las fachadas con alternancia de pequeñas terrazas y balcones de altos ventanales, algunas en forma de logias, también con elementos cerámicos esmaltados en azul y ladrillos policromados (herencia del art-decó) sino la dotación de una completa infraestructura de servicios como garajes, trasteros, jardines interiores y espacio para una guardería y hasta para depósitos mortuorios. En definitiva, parece que se trataba de hacer una pequeña ciudad dentro del distrito XIII de la propia la ciudad.
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