miércoles, 15 de mayo de 2013

Como decía Rilke

Cuando te embriague la tristeza y te creas solo acércate, como decía Rilke, a ese árbol del camino y mira la noche de estrellas, tan fría que te afila el rostro, y piensa que el árbol y la noche están ahí, han estado y estarán, para hacerte más humana la existencia. Y ten el valor de pensar que incluso algunas estrellas exigen que las sientas.
Noche Estrellada, Van Gogh

martes, 14 de mayo de 2013

Grimaldi S.A.

Resulta palmario que Alberto de Mónaco ha estado de vacaciones en Dubai, ese oasis del capitalismo en pleno desierto arábigo, y paseando por Palm Island y por Jumeirah Beach ha terminado de comprender lo que la minúscula pero boyante roca heredada de su padre necesita. En realidad, no ha tenido que esforzarse mucho, simplemente hacer algún retoque de remozado y, por supuesto, procurarse una coartada tan de actualidad como el "ecologismo", para encontrar el camino que ya el príncipe Rainiero había transitado en sus años mozos: construir hacia arriba emporios de lujo que el escaso suelo familiar no permitía estirar hacia lo largo y lo ancho. Así fue como reanimó aquel pequeño y decadente balneario del Gotha europeo después de la Segunda Guerra Mundial. Y como, de paso, terminó por convertirlo en segunda residencia privilegiada para el dinero a espuertas de dudoso origen. Una operación que, por cierto, cerró con una jugada de cine: amancebado con el ladrillo optó, en cambio, por casarse con una elegante actriz de Hollywood que supo vender mejor que nadie lo que ese ladrillo construía. Y la operación funcionó, al menos hasta que los ecos de aquella cariátide dejaron de oírse. 
barrio de Fontvieille, Mónaco.
Ahora el hijo de la actriz con óscar y del empresario de una roca con título quiere, de nuevo, hacer caja, quizá porque la competencia del negocio del lujo se está llevando a los mejores clientes a otras terrazas con vistas a mares más tranquilos y lejanos. Y como su padre apenas dejó un palmo de roca sin construir, se le ha ocurrido expandir su negocio por el mar. Pero ya digo, ni siquiera la idea es suya, pues el nuevo y espectacular barrio residencial y comercial y ecológico y parcialmente submarino que impulsa desde su festivo trono no es más que la prolongación gigantesca del área de Fontvieille que ya su padre había encargado al arquitecto Manfredi Nicoletti para que se lo quitara al mar. Solo que ahora el hijo amenaza a lo grande: 350.000 metros cuadrados robados a un mar que nuestros antepasados romanos llamaban nostrum para levantar sobre él un meganegocio básicamente suyo y de algún que otro buen amigo de ocasión.
megaproyecto
Un meganegocio que no solo crecerá por encima del mar sino también por debajo (solo la parte submarina del proyecto está presupuestada en unos mil millones de euros) y un meganegocio donde la ecología servirá de oportunísimo barniz capaz de maquillar la codicia. El coste total del proyecto calculan que superará los 15.000 millones de euros y para ello el príncipe (de limitados recursos) espera convencer a inversores y constructores de medio mundo ofreciéndoles la explotación de la parte más rentable de los espacios comerciales y los servicios consagrados al disfrute de lo que los millonarios entienden por lujo.
No hace falta añadir que a las puertas del Palacio Magnífico de Montecarlo ya han llamado los más pizpiretos estudios de arquitectura high-tech del mundo y parece ser que el gato se lo llevará al agua (¿captan la intención?) Norman Foster o Daniel Libeskind, que para el caso tanto da. 
Está claro que en Mónaco saben que las llaves del dinero están en el fondo del mar. Matarile-rile-ron. Chimpón.

sábado, 11 de mayo de 2013

Pintores del XX: Salvador Dalí


Dalí es un planeta que aun alberga muchas sorpresas para el explorador iniciado. Un planeta de órbita inestable cuya galaxia se resiste a ser localizada. Dalí es Dalí: una mente prodigiosa, una curiosidad sin límites, una mano lenta y renacentista y probablemente el mejor escritor de todos los pintores conocidos. Detrás de su espectacular personaje se esconde un misterio de persona que a buen seguro se encontraba demasiado ocupada en su trabajo como para pararse a declamar teatralmente delante del espejo cosas como “me considero el único genio vivo de nuestra época” o “el arte moderno es una catástrofe”, aunque quizá lo pensara.
Aparición de mi prima Carolineta en la playa de Rosas
Dalí es Dalí: hereje de su siglo y, sin embargo, protagonista insustituible de su siglo. Adorado y zaherido las más de las veces por razones extraartísticas, su obra terminará por ser su mejor seguro frente al tiempo. Él, como ningún otro, comprendió que para trascender el surrealismo –y convertirlo en algo más que un ismo- había que volver a pintar como Rafael. Inevitable que la crítica ortodoxa lo anatemizara. Pero, ¿qué podía hacer él, demasiado inteligente y rico  para permanecer callado, si “la mayoría de los pintores contemporáneos lo único que saben hacer es colocar sus cuadros al revés”?

sábado, 4 de mayo de 2013

Puntadas sin Hilo


Cuando pensábamos que la época del “todo vale”, en la que una Consejera de Cultura sin demasiados escrúpulos con el dinero público como Carmen Calvo (“estamos manejando dinero público y el dinero público no es de nadie” decía ufana en una entrevista de los años gloriosos) inauguraba a bombo y platillo una exposición de los reyes del “fleco que viene y va” (léase Victorio & Lucchino)  en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo al grito de “¡la moda es arte!”, había pasado a mejor gloria, vienen ahora los nuevos responsables del ICAS sevillano a traernos ostentosamente disfrazado de sí mismo por un puñado de modistas y modistos (entre los que repiten el dúo Victorio & Lucchino) al pobre de Zurbarán. En esta ocasión se han acordado de sus santas, de los trajes de las santas y de los volúmenes de los trajes de las santas. Y han confeccionado con todo ello un evento cultural al que han titulado sin mucha imaginación “Santas de Zurbarán: devoción y persuasión”. Seguramente convencidos de que lo que falta de devoción por el arte queda compensado con lo que sobra de persuasión por el éxito comercial.

Santa Casilda.
A estas alturas de la historia casi todo el mundo sabe que pretender “poner a dialogar”, como se jactan en repetir los papagayos de la cosa, a Zurbarán (un pintor profundo y radical donde los haya) con diseñadores como Ágata Ruiz de la Prada, Roberto Torreta o los Victorio & Lucchino es como pedirle a Falete que glose los versos del Cántico Espiritual. O sea, una carnavalada más, y otra ocasión perdida. Distinto hubiera sido, por ejemplo, enfrentar Zurbarán a Balenciaga, posiblemente el único modisto español que resista una exposición de estas características. Pero esa habría sido una apuesta más compleja y mucho menos vistosa y populista.
Una cosa es democratizar la cultura (operación, por cierto, siempre arriesgada que no está al alcance de cualquiera) y otra, muy distinta, desvalorizarla y frivolizar con ella hasta el escarnio.
Esta vez le ha tocado el turno a Zurbarán y escuece especialmente que se use su nombre y unas cuantas de sus obras (a propósito, casi todas ellas traídas del Museo de Sevilla y otras colecciones españolas) para hacer creer al pueblo que los trajes y los cuadros que ve en esas salas merecen la misma consideración artística “porque yo lo valgo”.
Nada ha cambiado por estos lares, si acaso ahora cuesta un poco más que antes encontrar el dinero, lo que hace que me acuerde de las palabras de Talleyrand cuando decía: “nadie puede sospechar cuántas idioteces políticas se han evitado gracias a la falta de dinero”.